Gracias en gran parte a sus influencias francesas y antillanas, Martinica, una exuberante isla montañosa de las Antillas Menores con el volcán inactivo Monte Pelée como telón de fondo, desprende un aire cosmopolita con una sofisticada escena culinaria y cultural que atrae a los viajeros no sólo a sus maravillas naturales, hermosas bahías y playas, sino también a su corazón en Fort-de-France, la capital. Aunque el francés es la lengua oficial, la mayoría de los isleños hablan también el criollo antillano. Como parte de la Unión Europa, la isla utiliza el euro como moneda.
Cuando llegue a Fort-de-France en un crucero MSC por el Caribe y las Antillas, notarás de inmediato las empinadas colinas de la isla, su colorida arquitectura colonial, sus balcones ornamentados y sus flores tropicales. Reserva una excursión de MSC a la Catedral de Balata, una réplica en miniatura del Sacre-Coeur de Montmartre, París, que ofrece una vista espectacular de Fort-de-France y la bahía.
Antes de que Martinica recibiera su nombre actual, se llamaba Madinina, la isla de las flores. En el Jardín Botánico de Balata, descubre 300 tipos de palmeras, contempla las vistas desde el puente colgante del jardín y disfruta de las flores tropicales en flor a lo largo de 16 hectáreas de exuberante paisaje.
O prueba las mejores destilerías de ron de la isla. Las excursiones del MSC te llevarán a la Destilería Depaz, en activo desde 1651, o a la Destilería y Museo del Ron St. James, donde conocerá el proceso de elaboración del ron y degustará el tradicional Rhum Agricole, elaborado con zumo de caña de azúcar recién exprimido en lugar de la melaza convencional.
Después, visita las ruinas del teatro de St. Pierre, la antigua capital cultural de Martinica que quedó trágicamente destruida por la erupción del monte Pelée en 1902. La actual St. Pierre es la 101ª «Ciudad de Arte e Historia» de Francia.
